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miércoles, 7 de marzo de 2012

Chiang Khong

De Chiang Rai a Chiang Khong fuimos en un autobús muy gracioso, pequeño, lleno de gente, con las ventanas y las puertas abiertas y con los ventiladores del techo a toda máquina. Dos horas y media de trayecto botando por la carretera y parando a dejar o recoger pasajeros.
Chiang Khong es poco más que una carretera de tres kilómetros con casas a los lados y un tráfico importante de camiones que vienen o van a Laos. Es el único paso de la zona y hay un puerto de mercancías donde los camiones se cargan en gabarras y otro de pasajeros. En la otra orilla del Mekong está Houei Xai desde donde se puede coger un autobús o un barco para empezar el viaje por ese país.
Yo debí de caer en la casa de la rica del pueblo, una señora muy elegante que habla bastante bien inglés y que tiene buena parte de la casa decorada con una gran exposición de fotografías personales y familiares donde se la puede ver en un programa de tv o acompañada de personalidades locales y nacionales.
La casa es de madera de teca entera, con salones abiertos y fresquitos con vistas al río. Debe de tener quinientos metros de planta en forma de T, con dos pisos, salones, terrazas, pasajes y recovecos. Cruje y tiembla todo al caminar pero da mucho gusto pasearse descalzo por estos suelos bien pulidos y brillantes y coger la fruta directamente de los árboles para desayunar.









En el pueblo no hay mucho ambiente en esta época aunque por el número de bares y hostales que veo me puedo imaginar que tiene mucho paso de gente aunque ahora mismo aparte de camiones y algún mochilero hay poco que contar. Pero buscando buscando me encontré con un inglés que tiene un bar, un restaurante y un museo de la bicicleta en una callejuela, The Hub Bar. Se dedicaba a la bicicleta profesionalmente y cuando lo dejó decidió dar la vuelta al mundo pedaleando. Terminó en Bangkok, se dio a la cerveza, perdió la forma, ganó mujer e hijo y se estableció hace unos años aquí, según él mismo me contó. Tiene un crío de tres años que mete miedo, enorme e hiperactivo, que es el terror del lugar, una fiera.
Y después de descansar un día entero y disfrutar de las instalaciones, me alquilé otra moto y me largué a ver la zona.
El paisaje no es muy especial, está todo bastante pelado, de nuevo hay incendios por todos lados para ganar terreno para cultivar, pero disfruté de la ruta hacia Chiang Saen siguiendo el curso del río, siempre a mi derecha, para llegar a lo que llaman el Golden Triangle, que no es más que el punto donde el Mekong marca la frontera natural entre Laos, Tailandia y Myanmar. Por el camino pasé por pueblos polvorientos donde había que esquivar niños, perros durmiendo en la carretera, cerdos, gallinas y polluelos que corrían despavoridos al paso de los pocos coches que circulaban.
Aunque hubo alguna excepción en la ruta como por ejemplo este pueblo, con casas de mayor porte:





Mañana cruzo a Laos, como no tengo claro hacia dónde voy a ir es posible que desaparezca durante algún tiempo en esa masa de bosque y jungla que es el país que tengo enfrente mío. Y esta noche hay una enorme luna llena y roja sobre el Mekong.


                                           mi compañero de los desayunos






                                              hoy fui a la playa por primera vez


 Después de Waco, los adventistas del 7º día buscaron aguas más tranquilas.

                                                      andamiaje de bambú






                                           éstos son de los míos ¡pigazu!






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