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sábado, 14 de abril de 2012

Si Phan Don (4000 Islands)

Cuando viajas, resulta sorprendente la complicidad que puedes llegar a tener, en muy poco tiempo, con alguien que no conoces de nada y cómo se establecen fuertes vínculos de compañerismo. Y parece mentira que Tan y yo lleváramos ya un mes viajando juntos. Al día siguiente de terminar The Loop nos despedimos. Él quería cruzar a Tailandia para la celebración del nuevo año que es en estos días y yo quería continuar en dirección a Camboya, al sur. Como ya conozco un poco más la personalidad de los asiáticos, sé que procuran no demostrar sus sentimientos o emociones, así que el abrazo que nos dimos por la mañana después de desayunar lo valoro más aún. Con una extraña sensación en el estómago, mezcla de pena por la separación y de nervio por la emoción de enfrentarme de nuevo yo solo al camino, cargué la mochila a la espalda y salí caminando hacia la estación. Cuando me subí al bus ya estaba encantado de estar de nuevo solo.
Tardé casi ocho horas en llegar a Paksé, ya de noche, cosa que no me gusta nada cuando llego a un sitio desconocido y tengo que buscar cama. Como siempre, el tuktuk queriendo cobrarte el doble de lo que cuesta el trayecto, así que en un arranque de orgullo decidí ir caminando. Cuando llevaba dos kilómetros pregunté en una casa y me dijeron que la distancia entre la estación y la ciudad era de ocho kilómetros (!!!). Cuando llevaba otro kilómetro más o menos decidí parar a la puerta de un bar, bajo la luz para que me vieran, e intentar parar un coche. Al poco rato paró un chaval en moto y me acercó hasta la ciudad. Por la carretera había muchas casas y todo el mundo estaba afuera comiendo y bebiendo, con música, supongo que de celebración por el nuevo año. Invité al chaval a una bebida energética de las que beben aquí a todas horas, el M-150, y me fui a buscar dónde dormir. No había caminado ni cinco minutos cuando me encontré con dos americanos con los que había estado cenando hacía una semana en Thakhet. Este par de forzudos viajan en bicicleta. Comenzaron en Singapur, cruzaron Malasia, Tailandia, Laos, se dirigen a Camboya, Vietnam, China y tienen intención de terminar algún día en Portugal. De momento llevan cinco mil kilómetros y hay que verlos comer... Aaron y Steve tienen este blog: crazyguyonabike
Pues bien, me comentaron que tenían una habitación con tres camas y me ofrecieron compartir con ellos. Genial. Mientras estábamos cenando me encontré a un chaval que había visto en la estación, hablamos un rato y resultó que era malasio y de Penang, la misma ciudad natal de mi compañero del último mes. Tan siempre me comentaba que en más de un año que llevaba viajando nunca se había tropezado con un malasio y yo, el mismo día que lo dejo, me encuentro con uno y de su misma ciudad.
Al día siguiente desayuné con mis compañeros ciclistas (ellos lo hicieron tres veces) y cogí un autobús a Nakasang. Allí cogí un bote para cruzar a Don Det, una de las cuatro mil islas que forman este archipiélago en aguas del Mekong. Yo no las he contado pero si dicen que son cuatro mil, será verdad. Muchas son pequeños islotes, otras son más grandes y tanto el número como el tamaño varían en función de las crecidas del río. Yo escogí ésta porque era pequeña y aparentemente tranquila y porque está bien comunicada por barco y hay un puente que la une con Don Khon, ya rozando con Camboya, al sur de la cual se pueden ver los delfines Irrawaddy. Este simpático mamífero de agua dulce tiene el morro chato y está en peligro de extinción. Lo raro es que todavía exista viviendo en estas aguas. Creo que quedan unos ochenta ejemplares que se mueven en un área concreta del río entre Laos y Camboya. Yo fui hasta allí en bicicleta y fue un paseo muy guapo, aunque no avisté ningún delfín, ni tampoco vi un siluro gigante... ni una triste panga.
El día que llegué a la isla vi que podía escoger entre vistas al amanecer o a la puesta de sol, porque la isla es alargada y hacia el sur. Me decidí por esta última opción porque no hay que madrugar y porque me gusta tomarme una cerveza viendo la puesta de sol, así que me instalé en un bungalow sobre el río con su porche y su hamaca. Por la tarde me volví a encontrar con el malasio, Edwin, y después de tomarnos una cerveza acordamos buscar al día siguiente un bungalow para compartir y así tener algo mejor y más barato.
De noche, hoguera en la playa y un poco de charla con la gente que voy conociendo porque el pueblo es pequeño y es fácil encontrarse.


















                                                 las calles son así

                                                vivir con lo justo


Al día siguiente me quedé sin pasta y no fui capaz de encontrar un sitio que me cambiara los bahts tailandeses que tenía a pesar de que había varios negocios que lo anunciaban, pero ninguno tenía dinero. Así que con lo que me quedaba en efectivo salí de la isla y conseguí cambio en Nakasang. Ya que estaba allí decidí conocer otra isla y cogí un tuktuk que me subió un rato hacia el norte, me dejó en la carretera general y fui caminando un kilómetro hasta el embarcadero, donde cogí un bote para cruzar a Don Khong, ésta con G al final. Esta isla es la principal, tiene carretera, coches y hasta un aeródromo. Es bastante grande y tiene un montón de mansiones francesas impresionantes. Acababa de instalarme cuando me encontré de nuevo con los ciclistas americanos que estaban en el hostal de al lado (menos mal que sólo hay 4000 islas), así que nos juntamos para ir a comer y dar un paseo para conocer el pueblo.










Aprovecho para desearos a todos Feliz Año Nuevo y próspero 2.556, que comienza hoy mismo, coincidiendo con el día de La República. Un día guapo para darse un paseo a lomos de un elefante... Así que Pee Mai Lao, amigos.
La celebración del Pee Mai dura varios días y la gente se dedica a comer, beber y cantar. Y a rociarse con agua como símbolo de purificación. La cosa debió de ir degenerando con los años y ahora todos los críos (y no tan críos) van armados con pistolas, fusiles y hasta cañones que lanzan agua a presión. Si eres blanquito, eres objetivo prioritario. Si además de blanquito, te pones chulito, date por jodido. Ese día, mientras paseábamos por la carretera, fuimos atacados con todo tipo de armamento, incluidos calderos y mangueras. Cada cuatro pasos sufríamos una emboscada, así que nos hicimos con unas botellas y entramos al trapo, peleando con bravura casi hasta el anochecer. Muertos de risa y chorreando, cenamos con ganas unos cuantos platos, que por algo era nochevieja, y bebimos algunas cervezas. Nos calentamos y pedimos una botella de laolao, el whisky de arroz, y la cosa se nos fue de las manos con el juego de yo sirvo una ronda y tú sirves otra, sin parar. No sé cómo llegué hasta mi cama. Lo que sí recuerdo es haber ido en algún momento al baño y encontrarme un pez de unos veinte centímetros, alargado y con bigotes, en las escaleras. Cuando volví y lo comenté, las séis personas que estaban conmigo se descojonaron y me sugirieron que no bebiera más. Teníais que haber visto la cara que les quedó cuando lo solté encima de la mesa y empezó a dar coletazos.
Habíamos quedado para ir juntos de nuevo a Don Det por la mañana y estos dos no se pudieron levantar pero yo, con tambores de guerra tronando en mi cabeza, cumplí y cogí un bote para hacer el trayecto directamente por el río. Nada más puse un pie en tierra, medio adormilado y convaleciente, me cayó un calderao de agua por encima, que me vino bien para espabilar, todo hay que decirlo. Ahora ando todo el día por ahí en bañador, con la cartera entre los dientes y un caldero en la mano.



                                                      guerrero, del Athletic

                                                          Aaron & Steve



                                                   kalaoke rave


Estaba tendiendo mi ropa, casi de noche, cuando alguien me llamó y en el bungalow pegado al mío vi a Steve tumbado en la hamaca. No me lo podía creer, justo al lado del mío. Habían salido por la tarde en bicicleta y como no estaban para pedalear, cogieron un bote directo a Don Det y acabaron siendo mis vecinos, todavía de resaca. Para celebrarlo nos fuimos a dar un baño de noche con una gran estrellada, una pasada, y si te estás quieto un rato en la orilla, enseguida vienen los peces a mordisquearte los pies. Tratamiento de ictioterapia gratis.

                                                  comparto jardín con éste

                                                        y terraza con éste  



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