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martes, 15 de mayo de 2012

India: Kolkata (Calcuta)

Impresiones de un primerizo en India:
Aterrizo en Domingo y el aeropuerto no está muy concurrido. Da la sensación de haber sido abandonado hace algunos años, con negocios destartalados y cerrados y bastante suciedad. Una vez que paso el control de pasaportes cambio algo de dinero y pillo un billete de taxi de prepago en una de las pocas ventanillas donde hay alguien. El señor se lo toma con calma y sale a escupir un par de veces durante la operación. Fuera del aeropuerto, con mi papeleta en la mano, un hombre me viene a buscar y me indica una fila de taxis amarillos de estilo inglés muy graciosos. Al salir del recinto del aeropuerto nos metemos en un caos de tráfico en el que todo el mundo toca la bocina sin parar. Mi taxista también, no sé muy bien con qué intención, pero el sonido de las bocinas es constante y atronador. Sé que circulan por la izquierda porque el volante está a la derecha, pero aparte de este dato desconozco por qué tipo de reglas se rigen los conductores. Parece que vamos a chocar a cada paso y estamos a punto de rozarnos con un camión y un autobús al pasar entre ellos (yo hubiera apostado a que no pasábamos) pero pasamos. No habla inglés, le ofrezco un cigarro y fumamos. Por la calle se ve mucha gente tirada en las aceras, lavándose en las bocas de riego, transportando todo tipo de bultos sobre la cabeza o tirando de un rickshaw, cocinando en fuegos o vendiendo comida. Hay basura por todas partes, algunas vacas, algún perro famélico y muchos cuervos.
Tardamos casi una hora en llegar a mi destino, Sudder Street, escojo un hotel y suelto mi petate. En la calle todo son bocinazos y mucha gente. Veo un rebaño de cabras en la calle y me pregunto si también aquí habrá Cañadas Reales. Me doy una vuelta por el barrio tratando de que no me pille un coche o una moto porque nadie para, simplemente pitan y siguen a toda velocidad. De un callejón sale volando una pelota que pasa a escasos centímetros de mi cabeza. Son unos niños jugando al cricket, el deporte rey. Salgo a una gran avenida donde el tráfico y el ruido son ensordecedores y cruzo a un parque intentando buscar algo más tranquilo. Camino por el Maidan, que es como el Central Park de Kolkata y cuando me doy cuenta llevo a mi alrededor una nube de niños que me dicen hola, me piden dinero o mi botella de agua. Trato de mantenerme firme. Me acerco a los jardines del Victoria Memorial y busco una sombra donde descansar. Encuentro un ejemplar de The Times of India y leo que llegamos a los 40º con una humedad del 70%, lo que unido al tráfico, la contaminación y el polvo, hacen de un paseo por la ciudad un deporte de riesgo. Me atrevo con el metro y una vez dentro del vagón me siento y me seco el sudor. Al cabo de dos paradas me doy cuenta de que estoy rodeado de mujeres y que los hombres están de pie a ambos lados de los asientos. Busco con la mirada y encuentro un cartel que dice ladies y tímidamente le pregunto a la mujer que tengo a mi lado y me dice que no me preocupe y me hace un gesto con la mano para que me quede sentado. De regreso a mi barrio oigo música y veo venir un grupo de personas por la calle cantando y levantando los brazos al cielo. Es mi primer muerto. Lo llevan a hombros en una camilla adornada con telas de colores y flores. Lo veo pasar a mi lado con la cara descubierta y un grupo de niños corriendo y haciendo piruetas alrededor de la comitiva. Van a paso ligero y la música me recuerda a una de esas bandas de gitanos del este. Los veo perderse por un callejón. Debajo de una boca de riego hay dos hombres lavándose sentados en el suelo. Alrededor hay otros tres en cuclillas. El primero se lava los dientes, el segundo lava su ropa en un caldero y el tercero orina en el mismo agua que corre libremente por la calle. Pregunto a dos extranjeros por un restaurante donde comer algo y me recomiendan el Blue Sky Café, con decoración setentera, buena comida y abundante. Mientras subo a mi habitación oigo una guitarra y me acerco a la azotea. Allí se reúnen muchos de los hospedados a la caída del sol. Se oyen menos las bocinas y más los graznidos de los miles de cuervos que revolotean y se posan en todas partes. Muchos de los que allí se hospedan trabajan como voluntarios en los centros de la Madre Teresa de Calcuta. Y muchos son españoles. Y hay muuuuuucho trabajo.
Hay dos preguntas que me hago cada poco: ¿Por qué he venido aquí? y ¿Por qué no he venido antes?.
Si crees que no te queda nada que ver en esta vida y que ya estás de vuelta de todo, te invito a darte un baño de realidad y venir a India, Pura Vida.






 macroman





the Maidan


 Victoria Memorial


 St. Paul´s Cathedral


















En mi hotel hay gente que pasa largas temporadas a juzgar por la decoración de las paredes de mi habitación y del resto de estancias:







 la azotea




2 comentarios:

  1. Buena crónica, me gusta el estilo. Continúa así.

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  2. me encanta tu hotel...qué había detrás de la habitación del corazón?? quiéro-té

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