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viernes, 4 de mayo de 2012

Siem Reap

Que el mundo es pequeño y sigue menguando lo vengo notando desde hace tiempo. Salí de Phnom Penh en el bus de las 8.00h y llegué a Siem Reap a las 14.00h. con un sol que abrasaba. Siguiendo con mi guerra particular contra tuktuks y mototaxis (y contra el que proyecta las estaciones a kilómetros de distancia del centro de las ciudades) que vengo manteniendo desde hace tiempo, caminé desde la estación al centro de la ciudad los cuatro kilómetros de rigor. En ese trayecto creo que sudé todos los gramos que había recuperado en estos días de sano ejercicio y buena comida en la playa. Al llegar al hostel y cuando me disponía a mirar el correo después de varios días sin conexión, alguien me dio una palmada en la espalda y cuando me di la vuelta allí estaba el amigo Tan muerto de risa. Me había mandado un correo diciéndome que estaba allí y el lugar donde se hospedaba pero yo no lo pude leer y aún así coincidimos en el mismo sitio.
Durante el viaje en autobús desde Phnom Penh me llamó mucho la atención ver varas de hierba exactamente iguales a las que hasta hace no mucho decoraban los campos asturianos, antes de ser sustituidas por esos horribles envoltorios de plástico.




La ciudad de Siem Reap es el más importante centro turístico del país, la puerta de Angkor, lugar que visitan más de dos millones de personas al año. De hecho, el 99% de los turistas que entran en Camboya pasan por aquí.
Tiene bonitos parques y jardines, grandes hoteles y restaurantes, pubs, luces de neón, boutiques, mercado diurno y nocturno, bazar, galerías, prostitutas... todo lo necesario para que el turista se sienta cómodo y se gaste los dineros. Y también tiene otra parte donde vive la gente.
Como Tan llevaba un par de días en la ciudad, ya tenía controlado todo, restaurantes, bares y precios, así que salimos a celebrar el encuentro con unas cervezas y una barbacoa khmer bien buena.
Al día siguiente alquilamos una bicicleta por la mañana y fuimos hacia el pueblo flotante de Chong Khneas que está a unos quince kilómetros de la ciudad, con un sol de justicia y un calor seco que parecía que se te churruscaban los pelos de las piernas. El pueblo está al borde del lago Tonle Sap que ocupa una extensión de 25.000km.cuadrados durante la estación húmeda pero que en la estación seca se queda en 2.500km. cuadrados, convirtiéndose en el río del mismo nombre que es afluente del Mekong. Cuando el Mekong se desmadra, retiene las aguas del Tonle Sap que se convierte en este inmenso lago.
Como estamos en la estación seca el pueblo no flota sino que las casas balsa reposan en el suelo y las que están construidas sobre tacos de madera se alzan hasta séis metros sobre la tierra. Por el camino nos encontramos con muchos niños que salían del cole y que ya han aprendido las ventajas del auto stop para ahorrarse unos kilómetros de caminata por la carretera.




El pueblo es pobre de solemnidad, aunque tiene electricidad (los que pueden pagarla) y algunas casas más decentes. Me llamó la atención que hay muchas construidas gracias a donaciones de particulares y un cartel con el nombre de la familia o persona que lo había hecho posible lo anuncia a la entrada de cada casa. El olor a basura y pescado seco lo inunda todo.


 aquí dejé a mi pasajero con su familia


 la fuente 




 la escuela flotante





 la lavandería



 en un país donde el 40% de la población tiene menos de 15 años, es difícil no relacionarse con los niños, lo que además es siempre una alegría

 separando el grano de la paja

mientras en las ciudades los coches de lujo marca Lexus se cuentan por cientos, en los pueblos los vehículos son bien distintos

ésta para mi madre

Para aquellos que quieran saber más sobre la historia de este país que sigue sembrado de minas, lleno de orfanatos, con grandes desigualdades sociales y corrupción política, debido entre otras cosas a la intervención de diferentes potencias que nunca han hecho examen de conciencia, les dejo un enlace con datos y un bonito vídeo.
Y unas fotos de Siem Reap:



 la gasolinera



mi favorito, el tuk tuk bar, buena gente y buena música en la calle

ictioterapia



 el jugo de caña, con hielo picado y en bolsa de plástico

 los taxistas a la caza de clientes





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